Si quieren callar a uno, hablamos todos.
El jueves 10 de octubre, el medio Vorágine anunció que por motivos de seguridad dejarían de publicar investigaciones relacionadas con paramilitarismo y narcotráfico.
Durante el fin de semana se conoció, por medio de un editorial del medio, que el reportero Nicolás Sánchez había sido blanco de una amenaza de muerte que incluía intimidaciones en contra de su familia. Este caso, sumamente grave, se suma a las 164 amenazas de muerte registradas este año por la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) contra periodistas y personas que se dedican a contar lo que ocurre en sus comunidades.
Ejercer el periodismo en Colombia es una tarea letal, tan solo en los últimos 40 años han sido asesinados 153 periodistas y trabajadores de medios. Esto, a pesar de que como bien lo expresa José Guarnizo, director de Vorágine, los periodistas no forman parte de ninguna guerra. Y su labor es cubrir los conflictos para entenderlos.
Desde el primero de junio del 2020, fecha de lanzamiento de Vorágine, este medio ha realizado una distinguida labor periodística por medio de sus investigaciones y denuncias sobre la política colombiana y el conflicto armado interno.
Las amenazas contra Nicolás intentaron callar tanto al periodista como al medio de comunicación. Sin embargo, durante el domingo 13 de octubre redes sociales como X (antigua Twitter) se llenaron de posts de periodistas, medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales compartiendo las investigaciones de Vorágine acompañadas con el #TodosSomosVorágine.
Por ahora, lo más importante es el bienestar de Nicolás, su familia y todo el equipo de Vorágine. Y recordar que si intentan callar a uno, siempre hablaremos todos.